Lo que el viento se llevó… los super premios de las regatas de vela de crucero

Durante muchos años el precio más deseado de la vela pesada española fue el Catavinos de Oro de la Semana Náutica de El Puerto de Santa María, una pieza de la joyería cordobesa con unos cien gramos de oro
Los más jóvenes no lo vivieron… las regatas de cruceros realmente importantes tradicionalmente tuvieron grandes premios que eran objeto de deseo por los favoritos. Primero en los años primeros del pasado siglo, en puntos como San Sebastián, Las Arenas, Santander y el sur gallego fundamentalmente, en las regatas más tradicionales la moda era muy británica: había premios en metálico, lo cual desapareció poco a poco, durante el Régimen del General Franco, si bien continuó siendo habitual en el deporte náutico hermano de la vela: el remo… pero exclusivamente en las competiciones de remo tradicional, caso de las traineras.
Posteriormente la norma fueron los trofeos, algunos amén de valiosos de bella factura. Tuvieron un gran arraigo sobre todo en la clase snipe y era muy frecuente aquello: «este trofeo se ganará en propiedad, para el que venza en tres ediciones consecutivas o cinco alternas». El amo de esta película fue sin duda el gran Félix Gancedo con sus Grand Numa, pues le cogió afición a quedarse en propiedad con aquellos copones de plata… como el Ciudad de Gijón, el Ciudad de Santander, el Ciudad de La Coruña, como el Ciudad de Vigo… y otros tantos del Mediterráneo. El campeón mundial malagueño ya en los 80 logró dos premios que él cataloga como los más simpáticos y atractivos que ganaba: el primero una acuarela original del pintor gallego Rafael Alonso… pero no una cualquiera, sino una de su snipe victorioso. Félix dijo entre carcajadas en el Monte Real Club de Yates (era la Copa Galicia de Snipe de la Semana de Baiona) aquello ¿y si no llego a ganar yo qué haríais con el cuadro de Rafael?… el año siguiente todavía el premio fue más impactante. El patrocinador de la clase donde competía era Adolfo Dominguez… y el artista de la arruga es bella, no se coró y diseño una chaqueta dorada de Hollywood para Gancedo, por supuesto a medida… y claro la ganón, volviendo a recordar que si no llegara a haber ganado…

Dennis Doyle el irlandés armador del legendario Moonduster, se llevó el Conde de Gondomar en 1980 y con ello alrededor de 4 Kg de plata entre su bandeja y las de su tripulación. Era el mejor premio de la zona norte entonces

La Euskal Kostaldeko Estropada, la Regata Costa Vasca que organiza el Marítimo del Abra con el apoyo de otros clubes vascos entó con gran fuerza en el escenario de las regatas profesionalmente organizadas, cuando Azqueta era el Comodoro del Club de Las Arenas, que había reemplazado al gran Ugarte. Sus premios fueron muy bellos, con especial mención para la Ballena de Oro

La Copa Rolex que se jugaba en el Trofeo Príncipe de Asturias tenía un premio muy valioso, 4 relojes submariner de lka marca referente suiza para el mejor Quarter Ton de la temporada… y es que era otra época… hablamos de un premio con un valor realmente importante

Los coches tuvieron su punto álgido en la Chrysler Jeep Cup de 1993, en donde se dieron dos vehículos de la marca estadounidense, entre ellos la Voyager para la división regata, que había ganado Willy Alonso con TVG, mientras que el otro vehículo lo ganaba el asturiano Marara. También hubo coches de Ford en la Regata Vuelta a España, Audi en las regatas reales de Sanxenxo y hasta Volvo de la Vuelta a España made in Milmi.
Y podríamos estar un buen rato más, pero solamente mencionaremos dos premios más de otra galaxia, porque es obligado hacerlo por su importancia. El primero el que entregó el CEO de Angloespañola de Distribución en Puerto Sherty al ganador del Gran Premio de Vela Baileys. El ganador el Duque de Arión del Real Club Mediterráneo de Málaga… lo que ganó «una botella de Baileys de oro fabricada por Talleres Malde en La Coruña ¡que pesada más de 500 gramos del preciado metal!… la otra pieza un trofeó de más de un metro cuadrado fabricado por los joyeros gallegos de La Coruña, de plata y de oro con un peso global de varios kilos de materiales. El trofeo el Teresa Herrera de Vela, que luce hoy en las dependencias de su ganador, en Estrella Galicia.