Pasion por la pesca

Las aguas de la Comunidad Valenciana entre las más atractivas del sur de Europa para la pesca de altura.
A veces, en las reuniones sociales, agotadas por activa y por pasiva las conversaciones sobre futbol, alguien te pregunta ¿Y tú practicas algún deporte?
Me lo pienso mucho antes de responder: la pesca. Porque la reacción más usual de nuestro interlocutor suele ser exclamar “Uy, qué aburrido”.
Como muy bien explicaba un profesor mío en el colegio, la ignorancia es muy atrevida.
La acción de pescar está dentro de la naturaleza del hombre/mujer. En su ADN. Cuando vemos por televisión o por internet esos reportajes de los grandes osos pescando salmones a zarpazos tenemos el ejemplo más claro de cómo empezó el Homo Erectus a practicar la pesca.
Hoy en día las técnicas de pesca han evolucionado de un modo inimaginable. Kevlar, titanio, grafito o fluorcarbono son materiales que forman parte de la composición de la mayoría de los artículos que se venden en los comercios de pesca. Pero en el fondo, en la tramoya de la representación, el genoma de la pesca sigue ahí, grabado con sangre en el alma humana.
Por un lado la necesidad de la búsqueda del alimento. Por otro, el triunfo sobre la presa. Liberar endorfinas al atrapar el pez. Puede parecer brutal o trágico, pero no podemos evitarlo, está dentro de nuestra condición de depredadores. Estamos en lo más alto de la cadena alimentaria. No podemos luchar contra lo que somos.
Y si algún día decides competir y participar en algún campeonato o concurso de pesca, no harás más que continuar desplegando de una forma “civilizada” otro de los caracteres intrínsecos de las personas. La lucha por ser el dominante, el/la Alfa, dentro de la manada. Convertirte en el mejor, el más fuerte, el más rápido, el mejor cazador, el mejor pescador….
Pescar es para mí algo indispensable dentro de la vida. Atávico.
Como canta Joaquín Sabina, la vida pasa como un huracán.
Hay que vivirla con pasión
Texto y fotografías: Jordi Gómez López