He seguido estupefacto a una edición más, de la que debería ser la regata de cruceros más importante de cuantas se celebran en los mares europeos… y digo que «debería», porque desafortunadamente no es así… y el que se crea que este es el camino correcto, está en mi opinión muy alejado de la realidad.

Ya estamos tristemente acostumbrados a que los cortesanos de Palma y de otras zonas de nuestra España, que en esos días aterrizan en su bellísima bahía, en vez de hablar de deporte, que a la postre es lo único que nos debería interesar… se dediquen a comentar que si Doña Leticia se lleva bien con Doña Sofía, o que si las Infantas de España van vestidas de rosa o de azul… o que sin respeto alguno a los numerosos medallas olímpicas o campeones del mundo, lo realmente importante para ellos es que el «Aifos» vaya en su categoría de séptimo…

Me podréis decir… ¡es que no se puede evitar lo que escriba la prensa!… y eso es cierto nada podemos hacer… pero lo triste es que desde los propios órganos de la Copa del Rey, sin entrar en el «marujeo» si se le de más protagonismo a que Don Felipe está en Palma, que si fulano o mengano son extraordinarios como regatistas…

Lo de la proliferación de clases es a mi entender muy grave… no porque participen muchos barcos de diferentes conceptos y tampoco porque se le den premios a go-go… es grave porque no pueden tener rango de Copa del Rey tropecientas categorías, algunas muy tristes (aún cuando los barcos sean espectaculares), pues no dejan de ser media docena de amiguetes, ultramillonarios sí, que se van a Palma de vacaciones en pandilla… para obtener un galardón socialmente muy vendible, y ridículo para los aficionados de verdad.

A esta monumental horterada no han faltado los políticos y hasta la Cospedal por momentos parecía la auténtica estrella de una Copa del Rey, que ha entrado en una deriva peligrosísima, una regata en la que no se sabe quien gana, en la que se crea un vencedor artificial, una regata en la que el negocio lo es casi todo, y en la que se ofrece una imagen de glamour más digna de Tele 5 que de Teledeporte.

Para mí, con todos los respetos debidos, y valorando que es un gran negocio para Palma y sobre todo para algunos que tienen nombres y apellidos… no me gusta. Me parece una competición horrorosa deportivamente hablando, sin interés alguno, que se ha convertido en un mercadeo en el que vale casi todo… y que debería hacer reflexionar a unos que la están destrozando por su ego o su bolsillo… y a otros que tal vez deberían darse cuenta de una vez y rectificar, por el bodrío que están apoyando… la Copa del Rey es una Torre de Babel, y cada día más.